lunes, 23 de enero de 2012

EL INCENDIO DEL 1805, EN LA CIUDAD DE LA VEGA


EL INCENDIO DEL 1805, EN LA CIUDAD DE LA VEGA
FUENTE: Guido Despradel Batista. BAGN_ 1939_ No. 02-03
Compilado, por Ubaldo Solís/
Un año después de haberse constituido en Estado Independiente los negros de la parte oeste de la isla de Santo Domingo, dieron rienda suelta a sus apetencia de dominio, y se lanzaron en invasión armada a subyugar la parte oriental española, entonces colonia francesa bajo el gobierno del General  Ferrand.
Dividido en dos cuerpos, el ejército haitiano se lanza, ávido de matanza y destrucción, sobre esta parte  española a fines  del mes de  febrero de 1805. Por  el norte venia el años  más tarde  el Emperador Enrique Cristóbal y por el sur, el Presidente Jean Jacques Dessalines, severo y sanguinario cabecilla que en  nombre  de un feroz odio de razas  esparció por  todo el territorio insular la muerte, la desolación  y la ruina.
Vencida por  las huestes numerosas de Cristóbal la brava resistencia de Serapio Reynoso en la Embocada (Serapio Reynoso era  hijo de La Vega. Fue su padre Don José del Orbe, capitán de su Majestad  y para el 1779 Alcalde Ordinario de La Vega. Como lo ha dicho Don Gaspar de Arredondo y Pichardo, en el Historial de su salida de la Isla  de Santo Domingo el 25 de abril de 1805, Serapio Reynoso fue hijo natural  y pardo de don Joset del Orve, y fue educado por su padre al parejo de sus hijos legítimos. Consta  en el Archivo Parroquial de la ciudad de La Vega, que para el 1847 murió en esta ciudad a la avanzada edad de 90 años  María Carreño, viuda del valiente Serapio Reynoso.) que ponen de manifiesto lo insaciable e implacable que fue Dessalines para con la  ciudad que para ese tiempo  comenzaba a resarcirse de sus  muchos quebrantos
Dessalines, en sus ansias de destrucción, incendió la ciudad  de La Vega, así como varias   otras del Cibao. Documentos  dan veracidad  al horror y la barbarie.
El Escribano Público y de Cabildo Don José Cotes, en un documento del 1815, dice: “ y porque en la pasada de la Armada Indígena del negro Desslines a poner sitio a la Plaza de Santo Domingo, incendiaron no solo los campos, sino también  los  Pueblos, y por consiguientes los archivos” ( Documentos del Escribano Cotes. 1815 --- Archivo Notarial Lic. Francisco José Álvarez. La Vega.”
Don Dionisio de la Rocha, Escribano en esta ciudad para el 1805, al expresar en un documento ser  el apoderado  de los  bienes  de  don Miguel Fernández Polanco, hace constar lo que sigue:
“En  el año de 1805, cuando los  haitianos invadieron todos  fugaron para librarse de la muerte  e incendios.  Don Miguel y su esposa, doña Juana del Orve, huyeron, dejando en poder de su apoderado sus bienes y documentos. Pero este también huyo, y dejó los documentos en una cajita  con la criada de Don Miguel, llamada María Suriel, la criada  tuvo que huir a los montes. Cuando  invadieron los haitianos  esta ciudad fue víctima, la cajita con los documentos del incendio  y de este modo se perdieron los títulos de propiedad tanto de  Blas Martin  como  de  casi todas  estas provincias”. (Este documento de la Rocha lo presentó en 1858 el capitán de la Guardias Nacionales don Miguel Fernández Polanco, heredero  de los bienes  de Don Miguel. Archivo Not. Lic. Álvarez)
Cuando  en 1839, se hacia una investigación judicial ante  Casimiro Cordero, Juez de Paz,  para probar que Juan de Dios de Lara era legítimo poseedor de unos terrenos en la Sigua,  a requerimiento de su hijo Silverio de Dios fueron  interrogadas varias personas que estaban vivas cuando el terrible incendio  de 1805.  Así, Don Francisco Mariano de la Mota, quien  tenía para ese año de 1838 la edad de cuarenticinco años. Declaró
“ Preguntado si tiene conocimiento del incendio que  sufrió  en 1805 este   dicho  lugar?  Respondió que le consta por haber sufrido el declarante bastante  en el referido incendio.
Tomás Lucario, de  oficio  carnicero y quien contaba setenta  y seis años para esa  época, dijo.
“ que Juan de Dios compró terreno en la Sigua a Francisca Duran y a la Mejía: que  vivió allí hasta  el tiempo en que este  pueblo fue incendiado  por la armada del General Dessalines,y que  dicho Juan de Dios con todas sus familiares fue prisionero de dicha  armada” ( Declaraciones ante Casimiro Cordero, 29 de  noviembre de 1839, Arch. Not.  Lic. Alvares, La Vega)
Don Manuel González vendió unos terrenos en Salamanca  a Pablo Rosario, casado con Juana  Álvarez para el 1792,  En fecha  29 de noviembre de 1813 la Álvarez  se presentó  ante Don Juan Ramón Villa, Alcalde primero Constitucional, para probar la posesión de  estos terrenos, y pidió   que Don Vicente Paz,  yerno del  difunto Don Manuel González, testificara esto, pues según  ella misma declarara:
“en  el año  1805 cuando la invasión  de Dessalines,  fue  incendiado el Archivo y toda  la  ciudad (Arch. Not. Lic. Álvarez. Documento del 1813)
Y si estos testimonios no fueran  suficiente,  holgase lo que  declaró Gervasia Ventura, mujer riquísima en nuestras épocas pasadas y quien contaba noventa  años de edad para el año 1862, sobre  el incendio  del 1805. Dice la Gerbasia
“En  el año cinco, cuando los haitianos invadieron esta parte de la isla que  al pasar por los pueblos fue  incendiando, pillando, destruyendo y matando cuanto a su paso encontraban, una de sus  víctimas, fue mi marido Juan de la Cruz que murió asesinado por los dichos haitianos. Pudiendo  escapar yo y mis  hijos milagrosamente. Cuando todo paso volví a mi casa de Sabaneta y no  encontré sino ruinas y cenizas ( Arch. Not. Lic. Alvares. 1862)
Además, y para  más abundante justificación de este hecho vandálico, al revidar  el Archivo de nuestra Iglesia Parroquial hemos  visto como en el libro XIV de asiento de bautismos,  comenzando el día primero de enero  de 1805 hay una  nota que reza así
“Don Agustín Tabares Presbítero, Sochantre de la Sta. Iglesia Catedral encontró este libro de Bautismos: en Sto. Domingo en la capital; en  manos de un cualquiera, con el motivo  del incendio que hicieran los haitianos en las ciudades, pueblos y Villas de la parte oriental de la isla, el año 4 de este siglo 800 (XIX), por esta causa no se siguió el orden en este, y fue preciso poner  las partidas en otro, donde  principio a la vuelta de este otro año. Siguiendo el número y que  comienza el  de Octubre (Entonces comienzan las partidas en 1810) (Como lo hace constar Fray Cipriano  de Utrera en su artículo que él llama de Re-Historia, intitulado el “Degüello de Moca”, publicado  en la revista “Pánfila, edición  del 30 de noviembre de 1922 .No.10, el cura de La Vega cuando el incendio de Dessalines era el mercedario Fr. Agustín Hernández, quien dejo la ciudad el 26 de febrero con la nueva de haber llegado  los haitianos a Santiago un día antes, lo que sabemos por  haberse interrumpido desde dicha fecha la inscripción  de las partidas de bautismos”)
La furia y la indignación  del inhumano Dessalines se cebaron en la ya renacida ciudad  del Camú e hicieron de ella nuevamente un doloroso teatro de desolación y de ruinas
De todo aquel   pueblo que bajo el arrullo de  pinares esbeltos entonaba hosannas al progreso, solamente quedaron en pie la iglesia y dos casa:  y sus  vecinos fueron  víctimas del asesinato, del pillaje y de los atropellos  más barbaros y bochornosos
En el informe que presentara el Presbítero Francisco Pablo  de Amézquita al celoso y progresista gobernador haitiano General Placide Le Brun, en fecha 30 de abril del 1822, este  ilustre levita, al referirse al destructor incendio de 1805 dice:
“A principios de abril del año  pasado  de 1805,  estos es, a los doscientos cuarentiuno más o menos de haberse restablecido la ciudad de La Vega en esta misma área en donde esta,  fue arruinada enteramente por un fuego que  mando a darle el General  Juan Santiago Dessalines a su regreso  de la ciudad de Santo Domingo que invadió y no pudo tomar. Todos los edificios, que eran de madera excepto la iglesia y dos casas de  pared sólida, fueron reducidos a cenizas. Talados los campos inmediatos, saqueadas  las haciendas de crianzas: y  de los vecinos parte prisioneros y conducidos al Guarico, hoy Cabo Haitiano: parte  emigrados a las islas vecinas , y parte retirados a  pasar  dentro de la espesura  de los bosques una vida salvaje,  habiendo  experimentados algunos en todo su rigor los estragos  de un ejército que traída licencia para hacer todo el mal que se  pueda  a los vencidos.
 (El Padre Amézquita  fija su fecha el  incendio de La Vega a principio de abril de 1805, se puede asegurar que este acto de crueldad ocurrió del dos al tres de abril, pues  Dessalines levantó el asedio a Santo Domingo el 29 de  marzo y se dirigió  hacia el Cibao a marcha forzada y el 3 de  abril estaba ya en  Moca, en donde realizo actos de crueldad inauditos. La fecha del 3 de abril fijada  como  el  día en el cual las huestes haitianas realizaron el llamado “Degüello de Moca”, acto que Fray Cipriano de  Utrera considera en su trabajo Re-Historia antes citado  como  simplemente un hecho  criminal efectuado contra varias personas y no una miseria o desgracia general de la población  de Moca, es una fecha admitida como exacta por  todos nuestros historiadores, y  muy especialmente por  Don Antonio  Delmonte y Tejada, contemporáneo  a este acontecimiento.)
En su relato, aún inédito, intitulado “Desgracias de Santo Domingo”, el Padre Juan de Jesús  Fabián Ayala y García, vegano ilustre fundador de la ciudad de San Cristobal, nos da a conocer los horrores cometidos por las huestes  vandálicas de Dessalines sobre los pacíficos y laboriosos de esta hospitalaria sultana del Valle Real. El licenciado Alcides García, en su  muy bien documento  trabajo  dedicado a la ciudad cabecera  de “ La Concepción de La Vega”, transfiere parte de esta verídica relación  del Padre Ayala,  y los crímenes en ella presentados, junto con los fieles testimonios que hemos presentado en este estudio, son datos más que suficientes para recordar a las generaciones las inauditas crueldades de que  fue víctima esta ciudad del Camú, de  la parte  de la hordas en derrotas que en pasadas épocas surgían de Occidente a sembrar el terror, el dolor y la muerte en la parte española de la Isla.

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