sábado, 26 de mayo de 2012

EL GRUPO LOS NUEVOS


EL GRUPO LOS NUEVOS.

Fuente: Antología Histórica de la Poesía Dominicana del Siglo XX (1912-1995), primera y segunda edición 1995 y 1998, estudios y selección de Franklin Gutiérrez, 1ra ed. Universidad de Puerto Rico, 2da ed. Editorial  de la Universidad de Puerto Rico, PO BOX 23322, San Juan, Puerto Rico. Pps.. 15/16

El grupo Los Nuevos fue fundado el 5 de  marzo de 1935, en la Ciudad de La Vega. Sus principales integrantes fueron: Rubén Suro, Mario A. Concepción,  Luis Manuel Despradel, Van Elder Espinal (asesinado durante la tiranía  de Trujillo), Manuel Batista Clisante, Darío Suro,  Arturo Calventi hijo,  Julio Cesar Martínez, Oscar Moya,  Manuel Sánchez Acosta,  José A. Rodríguez, Mario Bobea Billini y Ramón  A. Espinal. Pero la figura principal, y por quien Los Nuevos pasaron a ocupar un lugar importante en la historia de la Poesía Dominicana del Siglo XIX, es Rubén Darío
La Vega ha sido, a través de su historia, un importante foco de la vida cultural del país. Este hecho favoreció la aparición  de un grupo  tan heterogéneo como Los Nuevos, en el que se reunirán y participaban en sus actividades, músicos, pintores,  periodistas, escritores  e intelectuales veganos.
Sin embargo, el provincialismo impidió una mayor proyección del grupo a nivel nacional e internacional debido a que en la República Dominicana la literatura escrita por los escritores provincianos ha sido siempre vista con menosprecio y recelo por los escritores que hacen vida capitalina. Directa o indirectamente, Los Nuevos fueron víctimas de ese menosprecio, sobre  todo cuando intentaron su expansión  a otras áreas  de la geografía nacional. Eso motivó que  muchos de ellos abandonaran el quehacer artístico  y que el grupo se debilitara  rápidamente.
A pesar de que el nombre de Los Nuevos sugería intrincadamente un rechazo a sus antecesores inmediatos,  los postumistas, tal cosa no  sucedió. Por el contrario. Moreno Jiménez fue una especie de guía espiritual para ellos. La relación entre postumistas y nuevos más que de antagonismo, fue de cooperación e intercambios. Rubén Suro ha admitido que Moreno Jiménez fue una especie de Cicerón para el grupo. Los nuevos ayudaron a Moreno Jiménez tanto en la distribución y venta de sus libros como en la divulgación  de la obra de éste. A cambio, se nutrieron de los consejos y lecciones que el “Sumo Pontífice” ofrecía al grupo, debajo del frondoso tamarindo del Parque Duarte, de La Vega,  en la década de los años treinta.
Tuvieron su propio medio de difusión llamado, también, Los Nuevos. Primero  en forma de periódico, luego, en formato de revista. Usaron como distintivo un mapa de América que proyectaba  rayos luminosos hacia diferentes lugares. Además, escribieron  un conjunto de diez normas disciplinarias que denominaron  Decálogo. El Decálogo no fue concebido como la declaración  estética de Los Nuevos. Más bien se trataba  de reglamentaciones internas que trazaban pautas de comportamientos al grupo. Más  que uno manifiesto, era un documento estatutario
A diferencia  de los postumistas y vedrinistas, Los Nuevos revistieron su poesía de una incuestionable preocupación político-social. Sobre  todo Rubén Suro, quien, aun manteniendo en muchos casos la métrica y la ritma tradicionales combatidas  por Moreno Jiménez a través de las innovaciones postumistas, introdujo nuevos matices en la poesía dominicana  particularmente a la de tema  negro. Ante de Suro las pocas manifestaciones de poesía negra existentes en el país estaba ligadas a la herencia africana que pasó a las Antillas bajo la denominación  de poesía afroantillana, el estilo de la que se escribía  en Cuba, Puerto Rico y otros lugares de América Latina.
En la poesía  de Suro el haitiano es su vecino más cercano, su hermano de territorio y el motivo de su canto. Los poemas “Rabiaca del haitiano que  espanta mosquitos” y “Monologo del negro con novia”, son dos buenos ejemplos. Además  de la novedad temática, la poesía  de Suro contiene una sutil jocosidad y un  humor sano, cosa poco común en otros poetas dominicanos. Y lo importantes es que esa jocosidad, cuyo tono está muy distante de la burla, no se limita a los puramente cómico y gracioso, sino  que a veces trasciende hasta lo satírico y lo político.
Suro es uno de los pioneros de la poesía de tema negro en la literatura dominicana. Cuando Manuel del Cabral publicó Trópico Negro, en 1941, y Tomás Hernández Franco, Yelidá, en 1942, ya Suro había  publicado, varios años antes, poemas de tremas negros en periódicos y revistas de la época  y aunque su proyección  en el territorio nacional fue limitada, en el  plano internacional tuvieron contacto con importantes figuras del mundo literario, entre  ellas el mexicano Alfonso Reyes y el puertorriqueño Luis Hernández Aquino. No llegaron, como los postumistas, a influenciar en las generaciones que le sucedieron, pero el matiz social de su poesía habría de marcar el  fin del conservadurismo ideológico en la poesía dominicana de las primeras décadas del siglo XX
DECALOGO 
1-    Hay mucho nuevo bajo el sol. Encuéntralo.
2-    Más vale algo nuevo mediato que mucho trivial.
3-    Venga con originalidad en su mente, o si no quédese en casa.
4-    Si los antiguos moldes artísticos pueden salvarse con una palabra suya, no pronuncie una sola sílaba
5-    Sea corto en su conservatorio o lectura de sus trabajos para que sean largos los aplausos
6-    El uso de las comillas es limitado
7-    Reconozca su propio mérito y el de los demás
8-    No traiga amigos a nuestras reuniones sin consultarlo. Las consultas, a excepción hechas por los médicos, son siempre provechosas
9-    En su crítica, será sereno e imparcial; no se olvide
10-                      Hable  cuando llegue su turo.

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