miércoles, 6 de junio de 2012

¿Es la deuda externa responsable por la pobreza en el tercer mundo?


¿Es la deuda externa responsable por la pobreza en el tercer mundo?


¿La deuda externa de los países en desarrollo, es responsable de la pobreza en la que está sumido todo el tercer mundo?
Es la pregunta obligada al conocer las reacciones de varios sectores a la decisión del gobierno ecuatoriano de revisar la deuda externa y no pagar parte de ella.
Muchos han elogiado la decisión del gobierno ecuatoriano de no pagar parte de la deuda, porque consideran que la deuda externa es la herramienta con que los países ricos tienen sometidos a los países pobres.
Para algunos, somos pobres porque nos han impuesto una deuda externa que nos consume y nos hace esclavos de los ricos, afirmación que es muy discutible por muchas razones.
En primer lugar, los únicos países con deuda externa no son los del tercer mundo. De hecho, ladeuda externa de los estados unidos supera los USD10.000.000.000.000 [10 billones], lo que es 250 veces más que la deuda externa colombiana, y superior en más de 500 veces a laecuatoriana, por lo que en términos relativos, la deuda norteamericana es superior a la colombiana o ecuatoriana, o a la de cualquier otro país latinoamericano, es más, la deuda norteamericana supera la deuda de toda América latina junta.
Esto es  un grave indicio de que el endeudamiento de los países pobres no necesariamente es la causa de nuestra pobreza.
Si los países ricos son ricos con tanta deuda, hay que buscar otra explicación a nuestra pobreza, puesto que nuestra deuda, en términos relativos es inferior a la de los países ricos.
Una posible explicación, tiene que ver con el uso que se hace de los recursos obtenidos por el endeudamiento.
Mientras los países ricos utilizan su deuda para crecer, para investigar, invertir, crear empresa, educar a la población, ofrecer servicios públicos y crear infraestructura, los países pobres utilizan los recursos obtenidos de la deuda para… ¿para qué?
Parce que no es un secreto para nadie que los países pobres están gobernados por políticos corruptos e incompetentes, de modo que los recursos que no son robados, son despilfarrados por malas inversiones, por lo  que al final del día, lo único que nos queda es una gran deuda por pagar y cero beneficios.
La ineficiencia del estado en los países pobres es abrumadora. Desde el concejal del pueblo más humilde y recóndito, hasta el senador, ministro o mismísimo presidente, está interesado en cualquier otra cosa menos en el progreso del país, y si alguno de ellos estuviera interesado en el progreso de la sociedad, no sabe cómo lograrlo, puesto que nuestros políticos y funcionarios  brillan por aptitudes diferentes a las que se requieren para administrar una economía.
Casi todos los funcionarios públicos parecen tener la meta de hacer lo menos posible en beneficio de la sociedad y lo máximo posible para su propio beneficio.
Un ejemplo muy diciente es lo que sucede con el sector de la educación, sector que es el llamado a formar personas progresistas, con capacidad de cambiar los paradigmas que nos tienen sumidos en la pobreza, pero lastimosamente quienes tienen la tarea de formar y por ende la capacidad de iniciar el cambio, además de ser incompetentes para impartir formación encaminada a formar personas idóneas, son personas más preocupadas por trabajar menos, por tener más vacaciones y más beneficios salariales que por cumplir con su obligación. La situación es tan preocupante que se van a paro si se les evalúa o se les exige tener competencias para impartid educación. Frente a esta realidad sobran los comentarios…
Lo mismo se puede afirmar de cada uno de los empleados y funcionarios públicos de cualquier país latinoamericano.
Luego  quienes dicen que los responsables de nuestra pobreza son los ricos que nos han impuesto una pesada deuda externa, son unos incompetentes más que no tienen ni el interés ni la capacidad de comprender el origen del problema, y mucho menos de emprender las acciones necesarias para solucionarlo.
Con seguridad, si los países ricos condonarán la deuda a Colombia por ejemplo, no saldríamos de pobres, sólo habría un mayor despilfarro de dinero y luego volveríamos a pedir prestado, puesto que si algo no da espera, es el hambre del político y del funcionario público a quienes no le ensañaron a trabajar.
Si los países ricos fueran aun más generosos, y además de perdonarnos la deuda nos girara un cheque multimillonario cada mes, tampoco dejaríamos de ser pobres, pues haríamos todo lo que sabemos hacer menos trabajar.
Una prueba de ellos es lo que sucedió en el sur del país con el auge de las pirámides. La gente cuando vio que el negocio les estaba siendo rentable, dejó de trabajar porque consideró que no era necesario, puesto que tenían un ingreso asegurado.
Esto se debe a que nos falta lo que tanto criticamos de los gringos: un deseo inmenso de ser cada día más ricos.
Los gringos entre más plata tienen más duro trabajan, y aquí cuando conseguimos cualquier peso, ya no queremos trabajar más sino que preferimos fiestas, ferias, carnavales y vacaciones. Por algo Colombia es el país de los festivos.
Las finanzas públicas son tan sencillas como las finanzas personales. Si usted hace un préstamo en un banco y luego hace una fiesta con ese dinero, pues luego no tendrá como pagarlo, y además ha caído en un círculo vicioso del que resulta muy difícil salir hasta que no cambie su cultura y costumbres financieras. Pero en cambio, si usted hace un préstamo y lo invierte en un negocio rentable, pues ya habrá avanzado mucho para mejorar su calidad de vida.
Por estas y otras muchas razones, es injusto considerar que los responsables de nuestra pobreza son los países ricos. Los únicos responsables somos nosotros, quienes hemos cometidos errores generación tras generación, y los seguiremos cometiendo porque en lugar de caer en cuenta de nuestros errores, nos hemos convencido de que somos víctimas de un complot de los ricos, así que en lugar de trabajar y formarnos para progresar, nos aferramos y refugiamos  a ideologías y teorías  políticas para desahogar la frustración derivada de nuestra propia incapacidad e ineptitud

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