jueves, 30 de octubre de 2014

Las huellas mediáticas de lo que está pasando

Las huellas mediáticas de lo que está pasando

Por
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2:00 am  
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L MATEO
No hay que leer a Noam Chomsky para saber cómo en el mundo de hoy la realidad puede ser manipulada. Pero las mismas palabras, los mismos signos que destiñen la realidad, encarnan también una nueva manera de manejar la información. La comprensión lectora debe ir más allá de la significancia semántica, y alcanzar la significancia semiótica para saber qué es lo que se mueve en el seno de tantos acontecimientos que revientan al mismo tiempo. Leer lo que está pasando ahora mismo en la República Dominicana es introducirse en ese complejo entramado de informaciones, réplicas y contraréplicas, retículas de poderes, tácticas y estrategias, etc; todo solapado en gran medida en el complejo semiótico de la lucha por el poder.
Un cuadro sinóptico de acontecimientos nos podría ayudar. El nudo gordiano es el sometimiento formal del senador Félix Bautista, por parte del Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito. Colocándolo como telón de fondo, los acontecimientos que se precipitan son los siguientes: A) El acuerdo entre Jaime Aristy Escuder y Félix Bautista es estigmatizado como “retractación” por parte de los estrategas mediáticos del senador. B) Sometimiento del senador Félix Bautista. C) Rueda de prensa de los senadores leonelistas pidiendo la destitución del procurador. D) Media tours de Félix Bautista (Comparecencia en programas radiales, televisivos, etc.). F) Pronunciamiento de los diputados leonelistas pidiendo la destitución del procurador. Circunnavegando el escenario político, otros hechos se suman al panorama: A) Ataque espectacular a la cárcel de Najayo. B) Quema de un vagón del Metro. C) Sabotaje a las redes eléctricas del país.
Como se ve, el país está en ascuas. La imagen nada desproporcionada de la realidad indica el caos, la desestabilización. Pero lo que no se ve es lo mejor. Los caracteres constantes de los acontecimientos apuntan hacia dentro del partido gobernante. Es obvio que allí se verifica una lucha abierta por el poder. ¿Qué se persigue acusando al procurador de ser “un político en campaña”? Sencillamente desvirtuar la acusación contra el senador Bautista. Y algo más: enseñar músculos a la facción contraria dentro del Partido con un espíritu de cuerpo. El danilismo está ya muy lejos de aquellas dos lágrimas cansadas que colgaban de las mejillas de Danilo Medina la noche en que tronó: “me derrotó el Estado”. Usando ése mismo Estado, reventó a Leonel Fernández en la convención interna, y hoy es quien maneja la poderosa maquinaria del presupuesto. El leonelismo siente una amenaza real frente a la acusación formal del procurador. La corrupción es su signo, el Estado como patrimonio del partido, la riqueza social mágicamente fundida en el despliegue de bienes que ostentan personajes que apenas ayer eran pobres de solemnidad. No podemos confundir el efecto con la causa. Enfrentamos situaciones y acontecimientos tan fluidos que pareciera que todo puede volver al caos. Pero ésa es la apariencia, la esencia es lo que se desenvuelve en el seno del partido en el poder.
Casi sin oposición, el PLD se devora a sí mismo en una lucha por el poder. La primigenia consigna de Juan Bosch al estructurar un partido de nuevo tipo decía: “Servir al partido para servir al pueblo”. Pero el ejercicio del poder de sus discípulos ha originado algunas prácticas que han transformado esa consigna fundacional en su contrario. Lo que estamos viviendo es una realidad que ha invertido profundamente el sentido de esa consigna en la República Dominicana. El PLD no ha permitido que el pueblo se apropie del poder, sino que el poder se ha apoderado de las masas. Eso es lo que podemos leer tras las huellas mediáticas de lo que está ocurriendo. Las tensiones que esa lucha por el poder generó en las elecciones internas del 2008, no son comparables a las pasiones de ahora, porque ambas facciones ya han probado las “mieles del poder”, y pertenecen a la misma estirpe. Es por eso que hemos vivido el exceso de los senadores y las amenazas de los diputados. Y es por ello que todo cuanto está ocurriendo en el país hay que arrojarlo contra el telón de fondo de esa lucha por el poder. Lo real no existe sino como una abstracción que organiza muchas cosas a su alrededor. Una buena parte de lo que está ocurriendo ante nuestros ojos, no necesita ser justificado, ha sido creado, manipulado, organizado como un engendro del poder. Porque, sin discusión, si hay amenaza es porque la corrupción es su signo

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