jueves, 30 de abril de 2015

Mural de Diego Rivera sobre la Conquista de México. Palacio Nacional de la Ciudad de México

Mural de Diego Rivera sobre la Conquista de México. Palacio Nacional de la Ciudad de México

Mural de Diego Rivera sobre la Conquista de México. Palacio Nacional de la Ciudad de México

Día28/04/15-03:32h

La adicción a la comida de Carlos I, el Rey depresivo que abdicó por sorpresa a los 55 años

http://www.abc.es/espana/20150430/abci-carlos-depresion-jubilo-201504291805.html

España / Historia

La adicción a la comida de Carlos I, el Rey depresivo que abdicó por sorpresa a los 55 años

Día 30/04/2015 - 05.16h

Dado que nunca modificó su peso corporal pese a su apetito voraz, muchos autores apuntan a que el soberano era bulímico. Las circunstancias de su gestación fueron responsables en parte de su carácter epiléptico y, a la larga, de la depresión crónica

Se considera de forma poco precisa que Carlos I de España fue el Rey de la Dinastía de los Austrias con una personalidad más estable. Frente a las obsesiones compulsivas de Felipe II, la abulia de Felipe III, la desenfrenada adicción al sexo de Felipe IV o el cuadro de problemas que era Carlos II, Su Cesárea Majestad es en apariencia el que tenía un carácter menos problemático, pero solo en apariencia. La vida de Carlos V de Alemania y I de España, que será protagonista de una serie en TVE a partir del próximo otoño, estuvo marcada por las intermitentes depresiones que, en sus últimas consecuencias, le obligaron a abdicar de forma fulminante y derivaron en su adicción a la comida. Las circunstancias de su gestación fueron responsables en parte de su carácter epiléptico.
La madre de Carlos I fue Juana «La Loca», víctima de un proceso psicótico que al principio se manifestó solo por un delirio de celos hacia su marido Felipe I. La llegada al mundo de Carlos aconteció cuando la madre se encontraba en el uso de un pequeño retrete, aunque podrían ser unas letrinas o un gabinetillo, provocando en el neonato unas lesiones cerebrales generadas por la súbita retirada de la compresión inducida por el tránsito natal. Como consecuencia de la encefalopatía paranatal leve, el bebé sufrió cierto retraso motor y algunas crisis epilépticas que, sin embargo, no tuvieron continuidad en su edad adulta. Bien es cierto que registró toda su vida remanentes de «una personalidad epileptoide», según cataloga el médico psiquiátra Francisco Alonso-Fernández en su libro «Historia personal de los Austrias españoles».
Wikipedia
Retrato del entonces Príncipe Carlos, en el centro, con su familia paterna


Carlos I fue un niño criado a la borgoñesa y con muy pocas vinculaciones con España que, a la edad de 17 años, desembarcó en la península para tomar posesión de la Corona castellana sin apenas hablar el idioma local. No en vano, el Monarca empleó su carismática personalidad para ganarse poco a poco a los castellanos; lo tuvo que hacer tras superar dificultosas pruebas como la Rebelión de los comuneros. De disposición serena y fría, Carlos I era capaz de mutar en un instante de la calma a la cólera. «Probablemente estos impulsos coléricos eran, en su edad madura, lo único que le quedaba de aquellos remotos ataques epilépticos de su mocedad», afirma el psiquiatra catalán Jeroni Moragas en su libro «De Carlos I emperador a Carlos II». Así, entre la languidez y la vivacidad colérica, Su Cesárea Majestad se sumergía en los momentos complicados en graves procesos depresivos.
 

Las adicciones de un Rey bulímico

La muerte de su esposa Isabel de Portugal –señalada como la principal causa de la españolización de Carlos I– generó en el soberano una de las primeras depresiones graves documentadas. Pasó los siguientes dos meses recluidos en el monasterio de La Sisla en Toledo sometiéndose a largos periodos de ayuno, que eran seguidos de grandes ingestas de alimentos. Si bien su hijo y sus descendientes desarrollaron fuertes adicciones –Felipe II era obsesivo compulsivo, Felipe III, ludópata; Felipe IV; adicto al sexo anónimo y Carlos II, al chocolate–, Carlos I no fue una excepción y padeció adicción a la comida. El médico de la Corte, Villalobos, llamó la atención en sus estudios sobre los malos hábitos del Rey: reclamaba con reiteración mayor abundancia en la comida y exigía la introducción de nuevos platos casi a diario. Una vez en la mesa comía en soledad, puesto que el prognatismo típico de la familia le dificultaba la masticación de los alimentos en público, grandes cantidades en poco tiempo. Dado que nunca modificó su peso corporal pese al hambre exagerada, el psiquiatra Francisco Alonso-Fernández y otros autores argumentan como lo más probable que el Rey fuera bulímico. 
 La adicción a la comida de Carlos I, el Rey depresivo que abdicó por sorpresa a los 55 años

abc
Retrato alegórico del emperador Carlos V
 
Las depresiones intermitentes amenazaron con convertirse en permanentes a partir de 1553. A raíz de varios reveses bélicos, primero en Innsbruck ante los protestantes alemanas y posteriormente en el asedio a Metz contra los franceses, Carlos I perdió el apetito por gobernar. En Innsbruck, el Emperador con un pequeño séquito donde se incluía el III duque de Alba se vieron obligados a huir a través de los Alpes en medio de una fuerte tormenta de nieve y con el enemigo siguiéndole de cerca. El fracasado asedio de Metz fue la gota que colmó el vaso. Tras estos golpes, Carlos I se encerró en una pequeña casa en el parque del palacio de Bruselas y se abandonó al desaliento.
«Se pasaba largas horas sumido en cavilaciones y llorando como un niño. Nadie se atrevía a prodigarle consuelo ni tenía autoridad para disipar sus tristes ideas tan perjudiciales para su salud», narran en sus cartas los embajadores ingleses en los Países Bajos. Sin atender a sus obligaciones de estado, la única preocupación del soberano era que su enorme colección de relojes, su mayor afición, funcionaran sin la menor quiebra. Con la muerte de su madre en 1555 su estado empeoró. Permanecía horas de rodilla en una estancia sin apenas luz y aseguró en una ocasión haber oído a su madre difunta para que la siguiera.
A los 55 años, el Rey de España y Emperador Carlos de Alemania, desdentado y con la apariencia de un hombre de setenta años, creyó oportuno abdicar y retirarse a Cuacos de Yuste (Extremadura) en busca de su particular refugio del guerrero y de un clima propicio para su gota (bebía alcohol de forma regular y en ocasiones con exceso). El soberano atribuyó su decisión a la gota que le azotaba desde hace décadas, pero ciertamente se trataba de un agotamiento generalizado. «Estoy resuelto de renunciar a estos estados, y no quiero que penséis que hago esto por librarme de molestias, cuidados y trabajos, sino de veros en peligro de dar en graves inconveniente, que por mis ataques de la gota os podrían resultar… En lo que toca a mi gobierno confieso haber errado muchas veces, engañado con el verdor y brío de mi juventud y poca experiencia, o por defecto de la flaqueza humana». Un retiro que fue visto como sorprendente por las cortes europeas, que en raras ocasiones había presenciado el retiro voluntario al ostracismo de toda una generación de gobernantes.

Cuacos de Yuste, austeriridad salvo en la comida

La depresión aguda fue desplazada por un intenso sentimiento de culpa que marcó los años finales del otrora dueño de medio mundo. En Cuacos de Yuste vivió con mucha humildad en los ropajes y en el séquito a su cargo –encargados de desplazarle en una litera para la gota– pero no se privó de su amada comida. Allí le eran enviados toneles de cerveza alemana y flamenca, sus predilectas; ostras de Ostende; sardinas ahumadas; salmones; angulas; truchas; salchichas picantes; magros chorizos, etc., que no hicieron sino empeorar el estado de salud del Emperador hasta el punto de tener dificultades hasta para vestirse solo.
La austeridad monacal también se trasladó a su vida sexual, en otro tiempo muy activa, puesto que estaba prohibido a toda mujer acercarse al monasterio donde residía «a una distancia de más de dos tiros de ballesta so pena de doscientos azotes». La automortificación, con azotes en su torso, también formaba parte de su estrategia para alejar los pecados de la carne.
ABC
Cuadro que muestra a Carlos I recibiendo a Jeromín, el futuro Don Juan de Austria
La culpabilidad aplastó la personalidad de Carlos I en sus últimos meses en la tierra. En 1558, el Rey falleció de fiebre palúdica, causada por la picadura de un mosquito proveniente posiblemente de uno de los estanques construidos por el experto en relojes e ingeniero hidrográfico Torriani que se había traslado a Yuste por encargo del Monarca. «Mi vida es un largo viaje», escribió el Emperador del Sacro Imperio Germánico poco antes de morir. Al contrario de su hijo Felipe II que apenas salió de España en toda su vida, Carlos I viajó de forma insaciable por los muchos rincones de su imperio. Uno de sus éxitos políticos fue mantener la ficción de que no había una única corte, ni un reino o posesión más favorita que otra; la corte estaba donde estuviera el Rey. En total, efectuó 40 grandes viajes y 21 travesías marítimas, algo alcance de muy pocos monarcas en la historia. Entre estos arriesgados viajes se incluían nueve desplazamientos a Alemania, seis a España, siete a Italia diez a Flandes, cuatro a Francia, dos a Inglaterra y dos a África.

Las imágenes más emblemáticas de la guerra de Vietnam

Las imágenes más emblemáticas de la guerra de Vietnam

 http://www.bbc.co.uk/mundo/video_fotos/2015/04/150429_fotos_vietnam_aniversario_caida_saigon_ig

 

Para marcar el 40 aniversario de la caída de Saigón y el final de la guerra de Vietnam, la agencia estadounidense de noticias AP está exhibiendo algunas de sus fotografías más impactantes.
Fueron tomadas por fotógrafos que acompañaban al ejército de Estados Unidos mientras luchaba contra el comunista "Viet Cong".
Lea también: Lo que quizás no sabías de la guerra de Vietnam
Durante el conflicto, la oficina de AP en Saigón ganó seis premios Pulitzer por su cobertura de la guerra. Cuatro de ellos fueron en fotografía.
 Helicópteros disparan sobre una línea de árboles para cubrir el avance por tierra de las tropas de Vietnam del Sur durante el ataque contra el Viet Cong al norte de Tay Ninh, cerca de la frontera con Camboya. Marzo de 1965. Foto de HORST FAAS /AP. Helicópteros disparan sobre una línea de árboles para cubrir el avance por tierra de las tropas de Vietnam del Sur durante el ataque contra el Viet Cong al norte de Tay Ninh, cerca de la frontera con Camboya. Marzo de 1965. Foto de HORST FAAS /AP.

 Un paracaidista estadounidense herido en la batalla por Hamburger Hill espera una evacuación médica en un campamento base cerca de la frontera con Laor, el 19 de mayo de 1969.  
Un paracaidista estadounidense herido en la batalla por Hamburger Hill espera una evacuación médica en un campamento base cerca de la frontera con Laos, el 19 de mayo de 1969. 
El cuerpo de un paracaidista estadounidense muerto en combate en la selva cerca de la frontera con Camboya es elevado para ser transportado en helicóptero. 14 de mayo de 1966. Foto de Henri Huet/AP. Durante los años 60 y 70, la oficina de Saigón reunió a un grupo de los fotoperiodistas más experimentados, entre ellos Malcolm Browne, Nick Ut, Eddie Adams, Hugh van Es, Dang van Phuoc y el fotógrafo vietnamita-francés Henri Huet. Este último fue quien tomó esta foto de 1966, en la que se ve cómo el cuerpo de un paracaidista estadounidense muerto en combate en la selva cerca de la frontera con Camboya es elevado para ser transportado en helicóptero
El fotógrafo Horst Faas trabajando en Vietnam. AP  
El reconocido fotógrafo de conflictos Horst Faas fue el editor en jefe de fotografía en la oficina de Saigón durante los momentos más álgidos de la guerra. En conversación con la BBC en 2007, Fass describió su trabajo de una manera simple: “Intenté estar en la prensa todos los días, para ganarle a la competencia con mejores fotos. No intenté hacer nada grandioso. Las fotos se usaban y se publicaban y se demandaban, porque Vietnam seguía en portada año tras año
 Un grupo de mujeres y niños que se refugian del fuego cerca de Sagión. Vietnam, 1 de enero de 1966. Horst Faas/AP. Mientras estaba en Saigón, Faas formó y orientó a muchos jóvenes fotógrafos vietnamitas que tomaron algunas de las imágenes que definieron a esta guerra. Sus fotos diarias de Vietnam ayudaron a informar al mundo de los traumas enfrentados por la gente ordinaria atrapada en el fuego cruzado del conflicto. En esta foto se ve a un grupo de mujeres y niños que se refugian del fuego cerca de Saigón. Vietnam, 1 de enero de 1966. Horst Faas/AP. 
El médico de la División de la Primera Caballería Thomas Cole, con un ojo vendado, trata al sargento Harrison Pell. Fue tomada el 30 de enero de 1966 durante un intercambio de disparos en An Thi entre tropas estadounidenses y fuerzas combinadas del Viet Cong y Vietnam del Norte. Foto de Henri Huet/APDesde la perspectiva periodística, la Guerra de Vietnam fue única. Fue la primera guerra de la era moderna en la que no había censura, en la que los reporteros y los fotógrafos tenían un acceso sin restricciones a los campos de batalla. En esta foto se ve al médico de la División de la Primera Caballería, Thomas Cole que, con un ojo vendado, trata al sargento Harrison Pell. Fue tomada el 30 de enero de 1966 durante un intercambio de disparos en An Thi entre tropas estadounidenses y fuerzas combinadas del Viet Cong y Vietnam del Norte. 
El general de Vietnam del Sur Nguyen Ngoc Loan ejecuta a un soldado del Viet Cong de un solo disparo en la cabeza. Foto de Eddie Adams/AP 
Los fotógrafos de AP capturaron imágenes que pronto se convirtieron en sinónimo del conflicto: entre las más destacadas está la imagen de Eddie Adam en la que se ve al general de Vietnam del Sur Nguyen Ngoc Loan ejecutando a un soldado del Viet Cong de un solo disparo en la cabeza. Esta imagen cambió la percepción del público de la guerra y persiguió al general Loan hasta su muerte Niños vietnamitas escapan de un ataque con Napalm. Nick Ut/AP.  
Otra de las imágenes icónicas del conflicto es esta de Nick Ut, en la que se ve a una niña de nueve años, Phan Thi Kim Phuc, corriendo desnuda y aterrorizada por una carretera tras un ataque con napalm. 
 Un soldado estadounidense no identificado lleva en su caso un eslogan escrito a mano. Foto tomada en 1965 por HORST FAAS/AP.
Casi 60.000 soldados estadounidenses murieron en Vietnam y más de 300.000 resultaron heridos. Pero para los vietnamitas, las cifras fueron mucho peores. Hay estimaciones de apuntan a más de medio millón de muertos y muchos millones de heridos. En esta foto se ve a un soldado estadounidense no identificado que lleva en su caso un eslogan escrito a mano que dice "la guerra es el infierno".
Marines estadounidenses recién llegados avanzan por la arena en la playa Red Beach en Da Nang, el 10 de abril de 1965. Iban a reforzar la base aérea mientras los Rangers de Vietnam del Sur combatían a las guerrillas a unos kilómetros de distancia de esta playa. Foto de Peter Arnett/ap.
La exhibición “Vietnam: la Guerra real. Una historia fotográfica por Associated Press” está abierta al público hasta finales de mayo en la galería Guardian News and Media, en King´s Cross, en Londres. En esta foto se ve a marines estadounidenses recién llegados que avanzan por la arena en la playa Red Beach en Da Nang, el 10 de abril de 1965. Iban a reforzar la base aérea mientras los Rangers de Vietnam del Sur combatían a las guerrillas a unos kilómetros de distancia de esta playa. Foto de Peter Arnett/ap. 
 

10 cosas que quizás no sabías de la guerra de Vietnam Quynh Le BBC

10 cosas que quizás no sabías de la guerra de Vietnam

Caamaño: "Fuego, fuego, fuego contra los invasores"

http://www.diariolibre.com/noticias/2015/04/30/i1123771_caamao-fuego-fuego-fuego-contra-los-invasores.html

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Guadalupe Valdez afirma aprobación ley de partidos viola institucionalidad de la Cámara de Diputados

Guadalupe Valdez afirma aprobación  ley de partidos viola institucionalidad de la Cámara de Diputados

Por Servicios de Acento.com.do. 30 de abril de 2015 - 12:00 am - 
 http://acento.com.do/2015/politica/8244640-guadalupe-valdez-afirma-aprobacion-ley-de-partidos-viola-institucionalidad-de-la-camara-de-diputados/
Indicó que el informe debió llegar de Comisión que está estudiando los proyectos de ley de Partidos Políticos, sin embargo, puntualizó que ha venido una iniciativa concertada fuera del Congreso
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Foto: Carmen Suárez/Acento.com.do
SANTO DOMINGO, República Dominicana.- La diputada Nacional, Guadalupe Valdez, criticó la aprobación al vapor del proyecto de Ley de partidos, conocido ayer dentro de la Cámara Baja, por considerar que su sanción viola el reglamento institucional aprobado en agosto del 2010.
Indicó que el informe debió llegar de Comisión que está estudiando los proyectos de ley de Partidos Políticos, sin embargo, puntualizó que ha venido una iniciativa concertada fuera del Congreso sin que se hayan apoderado las instancias del Congreso establecidas en el Reglamento de la Cámara de Diputados.
“Requerimos del tiempo necesario para el estudio, el análisis, el debate, para que la ciudadanía sienta que el participar en la política vale la pena. Si violamos nuestro propio reglamento estaremos generando más desconfianza”, indicó.

A continuación, las declaraciones de la diputada Guadalupe Valdéz a los medios:
Quiero realizar varios señalamientos. En primer lugar, las instituciones tienen que darse a respetar sobre la base de que cumplamos las reglas que nosotros mismo nos damos.
En el caso que estamos discutiendo hoy, la ley de partidos políticos, hay varias violaciones al reglamento que se aprobó en agosto del 2010, y si violamos nuestro propio reglamento estaremos generando más desconfianza de la que ya existe en la sociedad en torno a sus instituciones.
Recordemos que la primera recomendación del estudio que hizo Jacques Attali en la Estrategia Nacional de Desarrollo, era que había que generar confianza.
La iniciativa que estamos conociendo fue introducida ayer a las 6:27 de la tarde y está firmada por los voceros de los partidos políticos y la misma no ha sido trabajada por ninguna Comisión del Congreso.
Quiero señalar que tenemos en el sistema legislativo cuatro iniciativas que fueron introducidas con anterioridad, una por la JCE y tres por diferentes legisladores y que fueron remitidos a Comisión.
A este pleno debió llegar el informe de Comisión que está estudiando los proyectos de ley de Partidos Políticos. Pero lo que ha venido ha sido una iniciativa concertada fuera del Congreso sin que se hayan apoderado las instancias del Congreso establecidas en el Reglamento de la Cámara de Diputados.
Esto significa que nosotros estamos violando nuestra propia institucionalidad.
Tampoco hemos tenido el tiempo reglamentario establecido en los artículos 75 y 85 del reglamento acerca del debate y de la documentación que tienen que tener cada uno de los legisladores para conocer los proyectos de ley. Hoy en horas de la mañana todavía no se encontraba disponible la orden del día.
Recuerdo nueva vez el informe de Jacques Attali que nos señala a la Cámara de Diputados como una de las instituciones que genera mayor desconfianza en la sociedad y nos indica que debemos cumplir con las reglas.
Hay que desechar el proceder de hacer las leyes y cumplirlas cuando nos conviene e interesa. Para que la sociedad democrática funcione tiene que valer el imperio de la ley, la que se aplica para todos y la que todos deben de cumplirla.
La propuesta número 3 del informe Attali, tiene que ver con la gobernabilidad y el generar confianza, y plantea reformar el sistema de financiamiento de los partidos políticos señalando que hay que elaborar una nueva ley que prohíba las donaciones por entes jurídicos y que limite las donaciones, y dice que además se debe obligar a que sean públicos los nombres de los donantes.
Igualmente la sociedad demanda sus partidos políticos  transparencia y rendición de cuentas.
La República Dominicana tiene que darse marcos legales que realmente respondan a garantizar la institucionalidad, la gobernabilidad y a generar confianza. Aprobando leyes al vapor, como está ocurriendo hoy no estamos generando confianza.
Requerimos del tiempo necesario para el estudio, el análisis, el debate, para que la ciudadanía sienta que el participar en la política vale la pena.
Pero mientras nosotros los actores políticos sigamos haciendo leyes a nuestra medida, en este caso a la medida de los partidos políticos, sin corresponderse con el bien común, podemos estar seguros que la política estará tomada por y para unos cuantos y no será la política que plantearon Juan Bosch y Juan Pablo Duarte, cuando indicaron  que la política tiene que ser para servir al bien común.
Tenemos que generar una ley de partidos políticos, pero una ley que responda a la justicia, a la equidad, a la soberanía del pueblo y que generé confianza y motivación para que la juventud pueda participar en política.
Invito a que no aprobemos esta ley hoy y que nos demos el tiempo suficiente para leerla, para analizarla, para debatirla en el Congreso de la República y que el consenso sea por el bien común y no por los intereses particulares.

Cuando el heroísmo dominicano resucitó

Cuando el heroísmo dominicano resucitó

Por
herreraclubnaco[@]gmail.com
2:00 am
 http://hoy.com.do/cuando-el-heroismo-dominicano-resucito-3/autor/fabio-herrera-minino/
o1
- y 3 -
A 50 años de esa muestra de la capacidad de sacrificio y de heroísmo de los dominicanos, surge la reflexión del colapso moral y de conducta en que ha caído el país en el siglo XXI, por obra de hábiles manipuladores y gobernantes, que en los pasados años han corrompido la moral del ciudadano, llevándolos a pensar en los beneficios que se derivan de una dádiva proveniente de las arcas del Estado.
Entonces, aquellos idealistas de 1965 se tendrían que lamentar de haberse sacrificado sin tener la gratitud de su país, que se hubiese encaminado por senderos de bienestar, y no del egoísmo puro y simple que para cada individuo solo priman buscar sus beneficios e intereses pero se utiliza a los ingenuos, antes los tontos útiles, como puntal para asegurar sus propósitos de dominio político y económico.
Los descendientes de los dominicanos, que en 1844, 1863 y 1916 combatieron a los haitianos, españoles y norteamericanos para defender a su Patria, en el 1965 volvieron por sus fueros y lo dieron todo de sí para enfrentarse a un poder increíble de fuerzas entrenadas para matar, y aquí, con tan solo armas ligeras, supieron detener a una fuerza invasora bestial.
La excusa era de la influencia comunista que buscaba hacerse del control del país al igual que en Cuba, por lo tanto, abortaron el movimiento, lo confinaron en un rincón de la capital y lo llevaron a la mesa de las negociaciones que neutralizó los ideales de los constitucionalistas, en que más luego muchos murieron y otros fueron deportados con cargos diplomáticos.
A partir de entonces, se impusieron los gobiernos de derecha que institucionalmente, y por 50 años, han sostenido la paz social. Uno de los resultados ha sido extender los gobiernos de derecha en democrática continuidad, pero forjando el derrumbe de la honestidad al presentarle al país el dogma que ser corrupto es un premio, olvidándose de los que se sacrificaron en abril de 1965 creyendo que luchaban por la libertad de su pueblo y se sumergieron en las trincheras del honor para tan solo hacer respetar la soberanía y el honor de la Patria, chocando con las generaciones actuales mancillando ese sacrificio.
A menos de un mes de la celebración de los 50 años de la revolución de abril, en el día de Viernes Dolores, la justicia dominicana condensó, en sentencias del día, el desprecio, que a través de los años, los políticos le han hecho a los actos heroicos de abril de 1965, y ese día evacuaron sentencias en favor de inculpados más que culpables, ya que la percepción nacional los había condenados de antemano por actos cometidos que no resistían ninguna excusa, como si fueran calumnias y falsas acusaciones.
El origen de la sublevación de abril se condensó en la firme voluntad sembrada en la conciencia de los militares jóvenes de academia, que bien intencionados y motivados en sus valores morales y patrióticos no resistían la situación imperante y trabajaban para el retorno a la constitucionalidad perdida en septiembre de 1963, cuando el golpismo hizo su aparición en el país, y estimulado por el apoyo norteamericano, dieron al traste al experimento democrático que el profesor Juan Bosch había iniciado en febrero de ese año.
Viendo la situación actual de corrupción rampante y desorden generalizado, la tentación de una desobediencia cívica no podría descartarse si continúan los abusos y desprecios sistemáticos de los políticos en contra de la población. Cualquiera diría que aquellas hazañas de abril de 1965, con la inmolación de tantos jóvenes, se volvieron sal y agua ante el derrotero que ha tomado la nación, donde ya no se respeta ningún valor y cada quien lucha por sus propósitos, buscando lo “mío” y más si proviene del sector oficial.
El sector oficial se ha convertido en una generosa ubre donde cada día surgen nuevos millonarios, sin ningún tapujo ni cargo de conciencia, ya que casi todo el mundo se ha corrompido y buscan acaparar lo suficiente para el tiempo de las vacas flacas. De esa manera se borra lo que ocurrió hace 50 años, cuando se creyó que se podía ser apóstol para colocar al país en un sendero de honestidad, sacrificios e institucionalidad, pero lo que tenemos ahora es una vergüenza nacional.

El fin de Leoncio Ramos, reelección y Constitución

El fin de Leoncio Ramos, reelección y Constitución

o2
La prosapia y nombradía de Leoncio Ramos por su lucha frontal contra la reelección de Horacio Vásquez (como vimos en el artículo anterior), se hundió estrepitosamente en las múltiples reelecciones que después del 1930 protagonizó Rafael Leónidas Trujillo Molina. Una de las consecuencias más concreta del intento de reelección de Horacio Vásquez, fue la entrada en escena del espíritu absoluto de la dictadura, y la apertura desenfrenada a la corrupción, que minó la amplia base popular sobre la que se erigía su liderazgo. Cuando se consumó el golpe de Estado del 23 de febrero de 1930, Horacio no era ya ni la sombra de lo que fue; y Leoncio Ramos se encaramó en el esfuerzo de extirparlo de la vida nacional, abanderado del fervor anti-reeleccionista con que lo combatió.
Pero el movimiento del 23 de febrero de 1930 es una excelente demostración de lo que en la historia es la ilusión y la realidad. En la misma medida en que el gobierno de Horacio Vásquez se desgastaba, Trujillo se fortalecía; y aunque el liderazgo aparente del movimiento recaía en la figura del arielista Rafael Estrella Ureña, al final lo que sucedió fue otra cosa. Trujillo emergió de la sombra, conculcó rápidamente las libertades públicas, y ahogó los ímpetus de tribunos como Leoncio Ramos. Aquel paradigma de la anti-reelección apoyó a Trujillo sin ningún miramiento en sus reelecciones, y fue un portaestandarte moral del absolutismo. Incluso, es uno de los firmantes del “Memorial al Comité Nobel del parlamento noruego”, quienes solicitaron el Premio Nobel de la Paz para Trujillo en el año 1936.
En la historia dominicana los gobernantes no se han ceñido al espíritu de la Constitución, y Presidentes como Horacio Vásquez, o Danilo Medina ahora, cuyas historias políticas se han levantado sobre la base de sus luchas contra la reelección, han obligado a amoldarse a sus ambiciones el espíritu de la ley, reformando la Constitución de la República en su propio beneficio. Desde el 1844 la Constitución del país se ha reformado en 32 ocasiones, y por lo menos 27 de ellas se han implementado para propiciar la reelección. Incluso en los casos en los cuales las constituciones han sido hechuras propias, como Santana que hizo y desconoció seis. O Báez que se enseñoreó sobre cinco y las desconoció cuando le dio la gana. O las dos de Cabral. Y las dos de Cesáreo Guillermo. Las dos de González; y hasta las dos de Luperón. O casos como el de Hipólito Mejía, que no hizo Constitución, pero rompió una para tratar de reelegirse. Sin mencionar las de Trujillo y las de Balaguer, que por obvias no dejan de ser abrumadoras. También, como muestra de esa desconsideración a la Constitución el caso de Leonel Fernández, quien hizo la del 2010 y antes de un año quería interpretarla y violarla para reelegirse.
Los paniaguados del danilismo que propagan la idea de la reelección como la salvación del país, deberían saber que eso es lo que ha predominado en nuestra historia republicana. Una historia tan llena de la violencia institucional, que todos los excesos del autoritarismo nos parecen naturales. La amargura de nuestro acontecer es la comprobación angustiosa de que entre nosotros lo normal es la quiebra de la razón, las grandes formas neutras de los lugares comunes, el triunfo arrollador de los cínicos, los oportunistas y los logreros. ¿Cómo entender que, en pleno siglo veintiuno, esté resurgiendo como si nada la vuelta al debate constitucional para satisfacer la ambición de un grupo de un partido, y de un hombre? ¿No es eso el signo del conchoprimismo del siglo diecinueve que está inscrito todavía en la desvergüenza que sopla desde ese ayer de la manigua sobre la política dominicana de hoy? ¿Volveremos al espectáculo en el cual los conflictos por el poder en los partidos se resolvían modificando la Constitución, como en el caso de Horacio Vásquez? ¿Es Danilo Medina un ser celestial, divino, inspirado por algún Dios que lo mueve; o un político que responde a un grupo económico que se consolida, y que en este presente de corrupción y degradación total se desdobla, y finge ser lo que no es?
¡Oh, Dios, que desnuda realidad la que vivimos!

“Después de la Independencia y la Restauración, la acción de mayor trascendencia fue esa guerra”


“Después de la Independencia y la Restauración, la acción de mayor trascendencia fue esa guerra”


Por
a.pena[@]hoy.com.do
18 abril, 2015 2:00 am http://hoy.com.do/despues-de-la-independencia-y-la-restauracion-la-accion-de-mayor-trascendencia-fue-esa-guerra/
 cuadroo

 1. Discurso de Fafa en el entierro de Gabi Castillo; a la izquierda, Amín Abel, entre otros. 2. Fafa en el funeral de Oscar Santana. 3. Fafa en un mitin en el Parque Independencia. fuente externa
“El 14 de Junio fue la primera, mejor y mayor fuerza civil organizada que tuvo la Guerra de Abril de 1965”.

Lo afirma Rafael Francisco Taveras Rosario (Fafa), jefe militar de esa avanzada en la que contó con el apoyo de Juan Miguel Román, ambos escogidos por considerarlos los menos irritantes en momentos en que el partido se encontraba inmerso en una crítica división interna.
Había estado en la clandestinidad, listo para viajar a la Unión Soviética, abandonando sus estudios de Derecho.
Ellos, Juan B. Mejía y Jimmy Durán, se reunieron el 25 y salieron a ordenar a su gente armarse, distribuirse. El comando estaba en la José Gabriel García. “Ocupamos la casa de los Vargas”, expresa Fafa, fogoso orador en el conflicto. Delgado, esbelto, se le observa impetuoso en improvisadas tribunas.
Estaba en el Palacio Nacional cuando lo ametrallaron aviones de San Isidro. Luego en el puente Duarte donde un capitán del Ejército montado en un tanque proclamó que se formaría una junta militar. Indignado, detuvo una guagüita anunciadora que Norge Botello le ayudó a abordar para usar el micrófono y ordenó a Luis Parrish que se mantuviera donde él lo viera, con el fusil a distancia. “Si bajo la mano, es para que le dispares”, exigió.
Ahí surgió la consigna “¡Junta militar no, Constitución sí!”, narra. El oficial y su tropa huyeron abandonando el carro de combate que Fafa llevó al comando. “Fue la primera manifestación que nos estimuló a una participación unificada y clara”, expresa.
La imagen de Donald Reid era la de un hombre derrotado que no sabía qué hacer, comunica el entonces joven de 27 años. Nació el 21 de noviembre de 1938, en San José de Conuco, hijo de Juan Antonio Taveras y Altagracia Elcira Rosario.
Su compañero fue un Fal con el que recorrió la parte alta incorporando las masas a la guerra.
El 26 “barrimos con todos los pequeños cuarteles buscando armas, confrontando unidades de San Isidro que penetraban a la ciudad”.
Al día siguiente, añade, alguien diligenció un encuentro con el embajador norteamericano tratando de mediar y este contestó arrogante que los revolucionarios debían entregarse porque San Isidro había ganado. “Francis Caamaño, arremangándose la camisa dijo: ‘los que quieran morir con honor acompáñenme al puente”. Allí militares del CEFA “tiraron cañonazos, ametrallaron desde sus aviones y cruzaron como con 13 tanques que la gente comenzó a quitarles cuando llegaron a la escuela Perú. Cogimos 11. A pesar de la versión de los americanos, los derrotados fueron sus patrocinados”.
Caamaño y él se encontraron en el comando de la Pina. El líder comía con la mano un plato de yuca con salchichón que dejó para abrazarlo. “No tuvimos que decirnos nada, de ahí surgió una amistad que venía del puente”.
Lo había conocido cuando a Andrés Ramos Peguero, acusado de matar a un policía le pasaban causa y Fafa se le acercó. Caamaño se interpuso, empujándolo. Después, en un acto de solidaridad con Cuba, el oficial y sus cascos blancos le arrebataron la bocina por la que hablaba persiguiéndolo por la azotea del local del 14 de Junio.
SITUACIÓN DE PÁNICO
El júbilo se desvaneció el 28 de abril, “ante el desembarco de 500 marines norteamericanos. La repercusión fue deserción en las filas nuestras, tuve que ordenar a Guillén que no dejara salir a nadie de la zona”. La injerencia “estrechó los vínculos entre los militares constitucionalistas y nosotros”, significa mencionando a Juan Lora Fernández, Manuel Núñez Nogueras, Manuel García Germán, José Noboa Garnes, Héctor Lachapelle.
La toma de la fortaleza Ozama “convocó a los militares y al 14 de Junio, Juan Miguel y yo, al frente de 10 brigadas dirigidas por catorcistas, el pueblo nos cercaba”.
Mandó a derribar un francotirador que disparaba desde la Catedral y desafió el ametrallamiento desde un avión. Fafa, astillero, entró a un tanque que Amaury Germán y Homero Hernández escalaron por fuera resultando lesionados al primer cartuchazo. Claudio Caamaño participó en esa acometida en la que Fafa Taveras logró entrar a la fortaleza, encontrando solo a un oficial que le disparó y él le respondió con un balazo. Preguntó por los asesinos de las Mirabal y le informó que escaparon en la noche.
“Mandé a ese oficial al hospital Padre Billini, luego fui a visitarlo. Nos mostraron las armas y sacamos 23 en un jeep”. Veintisiete policías habían sido detenidos y llevados al comando y después al Palacio de Justicia encomendados a Picky Lora, asistente de Fafa, ordenándole: “¡El que no respete nuestra palabra, morirá. La guerra no es para jugar!”.
Del cerco de los invasores que dividió la ciudad opina: “Ellos minaron eso, establecieron controles de entrada y salida y tropas del CEFA para una ofensiva que acabó con la zona norte y en la que hubo cientos, tal vez miles de heridos y muertos”.
Una emisora constitucionalista mantuvo la fusión “entre la población y nosotros; eso decidió que no podíamos rendirnos, pasara lo que pasara”.
Planificaron ataques en los pueblos. El más desafortunado fue en San Francisco de Macorís, “donde decenas de combatientes nuestros pagaron caro. En Ocoa y Azua se intentó con Jimmy Durán y Arsenio Ortiz, resultando muerto Arsenio”.
Crearon la academia militar que tuvo como instructor a Noboa Garnes y Amín Abel como administrador.
A la llegada del coronel Rafael Tomás Fernández Domínguez lo visitó con Juan Miguel y Fidelio “y él nos recibió en el edificio Copello, sentado en el suelo, muy humilde”. “Se propuso asaltar el Palacio creyendo que era fácil…”. “Tolingo”, Rodríguez Lozada, Orlando Sánchez y Fafa se convencieron tras penetrar al “cordón” de que no había condiciones para esa acción.
Juan Miguel y Fernández “cayeron uno sobre el otro con el fuego cruzado. Los yanquis los mataron. Fue un estremecimiento, la tristeza era terrible”. Pero había que levantar el ánimo.
JEFE SOLITARIO
Esteban Díaz Jáquez era el enlace entre Fafa y el Presidente, quien en medio de las hostilidades pudo disfrutar de un nutritivo filete y vino que le ofreció “Vittorio”, de “El Cesare”, servidos por él, Amaury Germán y Moisés Blanco Genao.
“Desarrollé la característica de no crear camarilla; era casi un solitario, tenía una visión contraria al MPD y al PCD. Muerto Juan Miguel, quedé como jefe político y militar de la guerra”.
El partido, asegura, fue responsable de que la zona no se convirtiera en espacio de depredación.
Caamaño le encargó eliminar la corrupción en la Aduana. Él, Chino Bujosa y “Pití” Howellemont se hicieron cargo. Teresa Espaillat, Sagrada Bujosa, “Conchita”, Mariana Cruz, colaboraron en esa tarea. Magaly Pineda, esposa de Fafa y madre de sus hijos Syra Leonor, Rafael Francisco y Marcel Victoria, se encargaba de la comida y la comunicación. Lograron acceder a la Compañía de Teléfonos. “Nuestro papel era también de Inteligencia”, expresa.
El 14 de Junio no asistió a las negociaciones con la OEA. “Eran una capitulación en el sentido de ordenar, diciendo que eran una ofensiva de paz cuando, en realidad, fueron una imposición”.
Para Fafa, la revolución fue “el proceso más grande por la democracia”, demostró que “la gente es capaz de enfrentarse a cualquier dominio cuando se identifica con un propósito. Después de la Independencia y la Restauración, la acción de mayor trascendencia fue esa guerra”.

“Nosotros fuimos la única dependencia de San Isidro que se pronunció a favor de la constitucionalidad y el retorno de Juan Bosch”


“Nosotros fuimos la única dependencia de San Isidro que se pronunció a favor de la constitucionalidad y el retorno de Juan Bosch”

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a.pena[@]hoy.com.do
25 abril, 2015 2:00 am ar3
El mayor general (retirado) Rafael Antonio Yege Arismendy, quien para abril de 1965 era capitán, hace la afirmación aludiendo al Cuerpo de Cadetes, del cual era comandante. Fue la cabeza de más de 145 soldados que abandonaron el cuartel con destino al este y se constituyeron en una gran barrera humana para que ninguna fuerza contraria al movimiento pudiera pasar a unirse al CEFA.
Formaba parte de los conspiradores contra el Triunvirato y el 25, después del acuartelamiento y de horas inciertas, se reunieron el mayor Johnny Contín Curiel, subdirector en funciones de director, pues el titular, coronel Pedro Medrano Ubiera, estaba en el Palacio Nacional en las discusiones para la formación de una Junta Militar “y él entendía que podía ser parte”. Participaron además, Bienvenido Ruiz Mancebo, el brigadier Iván Grullón, actual rector de la UASD, y Julio Domínguez Fernández, para buscar alternativas a la situación. Yege Arismendy era el de mayor antigüedad.
“Yo propuse asaltar los carros y tomar preso a Wessin y parte de su Estado Mayor”, pero lo que primó fue abandonar la academia, y esa tarde “Contín bajó impartiéndome la orden de que saliéramos y acampáramos en las inmediaciones del ingenio San Luis, hacia el oeste”.
“Ya yo había convocado al capitán Franklin Imbert y a los brigadieres del tercer año para que tomaran las armas que había en el depósito y por primera vez desacaté una orden: marché hacia el este donde después de obtener unos camiones nos dirigimos hacia San Pedro de Macorís”.
Junto a Montero Santana ocupó otros tres camiones llenos de copra y con Arias de Moya se presentó a la fortaleza “México”. Ariscos, los centinelas y el comandante, capitán Villanueva, recibían explicaciones de su decisión cuando a un cadete se le escapó un disparo. “¡Un contingente de 265 cadetes está ahí afuera dispuesto a tomar la fortaleza!”, amenazó Yege. Entraron y acapararon las armas.
Después, agrega, ocupó “los puentes estratégicos. La principal defensa se estableció en el Higuamo. Un camión Catarey lo atravesó con la idea de impedir que pasaran refuerzos de la región este a San Isidro”. A las 7:00 de la mañana del 26 proclamaron que se sumaban al movimiento constitucionalista de Santo Domingo.
Recuerda que se encontró con el padre Ricardo Santelises, párroco de la catedral y con el comandante de la unidad naval surta en el puerto, Rodríguez Sthal. “Contín tuvo contacto con el mayor de la fortaleza, Miguel Ángel Corominas, quien dio instrucciones a Villanueva y me pidió: “Cuídeme esos muchachos”.
Yege explica que su atención estaba puesta “en las operaciones tácticas, de defensa, organizativas, como son las de un comandante”.
“Contín habló con Molina Ureña porque se corría la voz de que Juan Bosch aterrizaría en el ingenio Consuelo y tomamos medidas para que no fuera un avión de la fuerza aérea”, narra.
Mientras el pueblo se les unía, Yege enviaba cadetes a Hato Mayor, El Seibo, La Romana, para que se incorporaran. Ninguno aceptó, lo que hicieron fue intentar atrapar a los emisarios. “Ya el 26 no volví a ver al mayor Contín”, expresa.
“COMUNISTAS”
Rafael Antonio nació el 3 de enero de 1936 en Santo Domingo, hijo de Rosa María Arismendy Silva y Jacobo Yege Cheij. Antes de ingresar a la Academia Militar, en 1956, había estudiado ingeniería.
Está casado con Eunice Pereyra. Es el padre de Evelyn Eunice, Rosanna Altagracia, Rafael Antonio y Juan Carlos Yege Pereyra y de Elian Rafael y Leafar Antonio Yege de Jesús.
Atrapados, comenzaron a ser bombardeados con propaganda que los señalaba como comunistas. Su posición era ya insostenible. De ocho oficiales, cuatro no estaban de acuerdo con la rebelión por lo que estuvieron bajo control de sendos brigadieres evitando delaciones.
Aviones P-51 de la Fuerza Aérea hirieron al cadete Rivera Feliciano. A los demás las ráfagas les pasaban cerca.
Luego de entregar a Rivera a las monjas del hospital para que lo curaran “recibo un emisario del mayor Contín, que no sé dónde estaba, avisando que unos amigos habían encontrado un lugar por el río Soco para que nos escondiéramos. Reaccioné molesto, indignado, respondiendo que nosotros no nos estábamos escondiendo”.
Dispuso esperar la noche para marchar hacia la Capital cortando la línea telefónica para evitar que los siguieran. Llegaron a Sabana de la Mar y en un lanchón tomado cruzaron la bahía de Samaná. Ordenaron al maquinista girar hacia Sánchez, este se negaba “y le rastrillé el Fal en la cabeza”. Al llegar a ese municipio asaltaron la dotación militar. La de Samaná, comandada por el capitán Calcagno, “nos estaba esperando para ametrallarnos”.
En Sánchez, narra, la disyuntiva era el transporte. Uno de los oficiales, Porfirio Ruiz, era hermano del inspector del ejército, contrario al movimiento, y puso a Yege en contacto con Adriano Valdez Hilario que exclamó: “¡Carajo, déjese de vainas! ¡Regresen!”. Yege contestó que no y él replicó que Wessin los estaba esperando con los brazos abiertos.
“Sí, pero con los puños cerrados”, contestó Yege. Valdez Hilario les ofreció camiones de Nagua que Yege rechazó y Valdez manifestó: “Si es así, buena suerte, Dios los acompañe. Ustedes son unos traidores”.
El comandante de Nagua, Miller Céspedes, envió los vehículos pero los cadetes los emboscaron, bajaron los guardias y regresaron a Santo Domingo.
“Nuestra idea era seguir hasta el puente y poner a salvo el resto de los cadetes”.
El comandante se fue a la Nunciatura Apostólica en busca de protección pero el mitrado no estaba. Uno de los camiones cometió el error de desviarse de la ruta e ir donde estaban los oficiales del Cuerpo de Ayudantes “a preguntar por Lachapelle, Núñez Nogueras, y ahí se encontraba Montás Guerrero con efectivos del Batallón de Montañas de San Cristóbal”. Los cercaron y se colocaron en posición de combate. “Pudimos haber repelido pero la mayoría estaba en los camiones y se produciría una mortandad”. Depusieron las armas.
Los confinaron al campamento de la Policía, frente al Palacio de esa institución. Días después los trasladaron a San Isidro, sometidos a un Consejo de Guerra. Su abogado fue Julio César Castaños Espaillat.
“Desafiamos a Wessin a que bajara porque los jueces, mayor Juliao, que se sumó a nosotros en San Pedro de Macorís y un civil ascendido a teniente, no contaban con poder para enjuiciarnos. Tomaron decisiones bien fuertes”, declara. Los mandaron a La Victoria hasta que se firmó el Acta de Reconciliación cuando Yege se integró al comando del edificio Copello, a las órdenes del presidente Caamaño.
Al concluir el conflicto fue designado Agregado Militar en Italia. Espera que “nunca jamás nos veamos en situación de que por mezquindades y obcecación pongamos el país en un estado de retroceso como el que trajo como consecuencia el Golpe de Estado y la misma revolución donde hermanos tuvimos que enfrentarnos”.

La Revolución de Abril “es el acontecimiento histórico más importante del siglo XX”


La Revolución de Abril “es el acontecimiento histórico más importante del siglo XX”

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a.pena[@]hoy.com.do
25 abril, 2015 2:00 am
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1. Lachapelle y Caamaño calman la multitud. 2. En su despacho constitucionalista. 3. Lachapelle y Caamaño en el edificio Copello. MILVIO PÉREZ

Después de dos años conspirando con militares y civiles no solo para derrocar al Triunvirato sino para evitar el Golpe de Estado contra Bosch, a Héctor Enrique Lachapelle Díaz le sorprendió el 24 de abril en el restaurante Mario almorzando con un grupo de conjurados y según los planes acordados se reportó seguido al Campamento 16 de Agosto.
Estaba cancelado desde que se descubrió su rebeldía, por lo que Hernando Ramírez le colocó insignias de capitán y le entregó ropa de combate. José Aníbal Noboa Garnes puso en sus manos un fusil G-3. Recibió órdenes de tomar a Radio Santo Domingo, pero cuando llegó con dos camiones de guardias los locutores tenían el control.
“Tuvimos forcejeos con miembros de la Policía de un destacamento que quedaba al lado y los sometimos a la obediencia. Frente a la emisora se encontraba una multitud aplaudiendo y vociferando: ‘¡Juan Bo! ¡Juan Bo!’. Entraban el general de brigada piloto Chaguito Echavarría y el coronel Bompensiere Morel, quienes me informaron que había uno o dos tanques de guerra en la Doctor Delgado con San Martín, que tuviera cuidado”.
Son los relatos intermedios de casi cinco horas de conversación con Lachapelle porque los primeros se iniciaron en 1963. Domina la actuación de todos en el conflicto. Detallista, más que hablar dicta volviendo tras sus declaraciones para corregir. Si olvida un dato, su esposa Gladys se lo recuerda. Tiene casi listas sus memorias.
En una estación de gasolina en la San Martín esquina Oviedo, donde trabajó al ser inhabilitado, había formado un grupo de conspiradores llamados “Los muchachos de la bomba”, entre los que estaban Guillermo Pulgar Ramírez, Noboa Garnes, Jesús de la Rosa Canó, Luis Carlos Tejada González, oficiales, y José Francisco Peña Gómez, Rafa Gamundi, Emmanuel y Mundito Espinal, Domingo de la Mota, William García Duval, William Páez Piantini, Pitita Hernández Estrella, Fory Román Martínez, Píndaro Obdulio Peña Perelló, Luis Armando Asunción, Mario Báez Asunción, Ernesto Quiñones, Nelson Caba y otros.
Fue allí para que lo vieran uniformado y desde una marquesina improvisaba un discurso llamando a apoyar el retorno de Bosch al poder cuando se presentaron tropas de Caballería de la Policía con fustas y sables esgrimiendo armas largas.
“Desplegué a los soldados bajo mi mando y apuntándole le dije al teniente coronel amigo del barrio María Auxiliadora: Ya se acabó eso de abusar del pueblo, de continuar en su actitud les dispararemos”. Los agentes se retiraron.
A partir de entonces estuvo en todos los procesos de la guerra y al lado del coronel Caamaño desde el mismo 24 cuando este lo invitó a entrar a la ciudad, solos, para hacer contactos “con personas que él tenía”. Fueron además a la casa del líder a buscar una libreta con nombres y “al primero que llamó fue al doctor Daniel Ozuna”. Al otro día llegaron donde “Cusa” Deñó a repartir armas y a diferentes puntos de Ciudad Nueva.
Caamaño y Lachapelle se conocieron en el CEFA, siendo el primero instructor de desembarco anfibio. Héctor, entonces teniente, era su alumno.
El 25 de abril, estando los militares constitucionalistas en control del Palacio y Donald Reid detenido en su despacho los visitó una comisión compuesta por Pedro Bartolomé Benoit, de la Fuerza Aérea Dominicana; Pedro Medrano Ubiera, del CEFA, y un coronel de la Policía apellido González para comunicarles que había que detener los enfrentamientos y para eso el general Juan de los Santos Céspedes les iba a hablar por teléfono desde San Isidro.
Timbró el aparato, respondió Emilio Ludovino Fernández y luego “de los consabidos Sí Señor”, expresó a los “rebeldes” que decía De los Santos que los aviones que estaban sobrevolando la casa de Gobierno los iban a ametrallar si no accedían a formar una Junta Militar.
Por el bando revolucionario estaban Hernando Ramírez, Vinicio Fernández Pérez, los capitanes Lachapelle y Mario Peña Taveras. Estos últimos contestaron: “Nosotros no aceptamos ni formamos parte de Junta Militar, hemos derrocado al Triunvirato para reponer en el poder a Juan Bosch”.
Fernández anunció: “Dice De los Santos que entonces va a ametrallar el Palacio”, lo que ocurrió inmediatamente a lo que el coronel Benoit comentó: “Son unos bandidos, ni porque sus representantes estamos adentro”. Afuera hubo heridos partidarios de los constitucionalistas. Imperó gran confusión hasta que se produjo la salida de Reid Cabral.
“NUNCA CONSIGUIERON ABLANDARNOS”
Héctor Enrique nació el 25 de febrero de 1939 en Villa Altagracia, hijo de Luis Enrique Lachapelle Urbáez y Mercedes Díaz de Lachapelle. Ingresó al Ejército el 1 de febrero de 1957 y luego fue transferido a la Academia Militar Batalla de las Carreras. Después pasó al CEFA. Está casado con Gladys Bello Veloz, madre de sus hijos Héctor Enrique, Rafael Tomás, Josie Altagracia y Jackie Estrella.
En las fotos de la revolución se aprecia tierno, invariable al lado de Caamaño, quien, a su juicio, “captó muy rápidamente la situación que se vivió en el país a partir del 24 de abril y adaptó sus actuaciones a las circunstancias que el pueblo demandaba”.
“Desde su primer discurso en la Puerta del Conde, al cual lo acompañé, evidenció que algo bullía en su mente, y de ahí en adelante, ver cómo nos apretaban las fuerzas norteamericanas y de otros países que nos intervinieron, y las artimañas de las negociaciones con la OEA, influenciaron poderosamente en él”, agrega.
Narra que hubo ocasiones en que estando programada una reunión con este organismo, antes de la hora indicada los atacaban “pero nunca consiguieron ablandarnos”.
Pondera a Jottin Cury, Héctor Aristy, Hugo Tolentino, Salvador Jorge Blanco “y la actitud posterior de Antonio Guzmán”, influyentes para el cambio del coronel, quien le dijo en una ocasión: “Yo que fui pro yanqui toda la vida y no son más que unos bandidos”.
Relata que el 27 de abril se celebró una reunión entre Narciso Isa, Asdrúbal Domínguez, José Israel Cuello y Carlos Dore con el coronel Caamaño, Claudio Caamaño Grullón, Montes Arache, Jesús de la Rosa y Lachapelle para preparar un documento al pueblo dominicano anunciando la formación de un Comando Constitucionalista para enfrentar a las fuerzas reaccionarias “en vista de que muchos líderes políticos y militares constitucionalistas se habían ocultado”.
Caamaño aprobó el texto que fue distribuido y leído por radio y salió publicado el 29. “Exhortaba a la lucha por la vuelta a la constitucionalidad y la reposición de Juan Bosch en la Presidencia”. Y se trazaban pautas al pueblo y militares en armas.
Lachapelle, jefe de Operaciones del Ejército Constitucionalista, precisa cada paso de la guerra, desde el 28 cuando se acordó un primer cese de fuego, del cual fue firmante, extendiéndose hacia los trágicos sucesos del hotel Matum.
Considera que la revolución “es el acontecimiento histórico más importante del siglo XX” y afirma sentirse orgulloso de haber participado en esa gesta “no obstante los peligros que sabíamos corríamos porque hace 50 años estábamos inmersos en la Guerra Fría, se debatían las potencias mundiales”.
“Fue un movimiento hermoso que demostró que militares y pueblo hacen una unión tan monolítica que nos hizo capaces de enfrentarnos a la potencia más grande del mundo en pos de que en el país se respetara la Constitución de la República”.

Castillo de arena


Castillo de arena

Por
rosares[@]hotmail.com
29 abril, 2015 2:00 am
http://hoy.com.do/castillo-de-arena/
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Prefiero las constituciones breves, las que establecen grandes postulados, las que dejan las particularidades a las leyes, las que casi nunca se modifican.
He señalado en diversas ocasiones que en América Latina se agrandan las constituciones para violarlas más. Me opuse a la reforma constitucional de 2002, de 2010, y el intento de ahora no es mejor.
Esa Constitución de 2010, que llamé en su momento “constitución para el atraso”, sentó las bases para la violación del derecho a la vida de las mujeres, creó un apartheid social, contaminó aún más el sistema judicial, y estableció la reelección indefinida (aunque a regañadientes la hicieran no consecutiva) que fomenta el caudillismo.
He ahí el enfrentamiento político-constitucional con Leonel Fernández aspirando por cuarta vez y los danilistas reclamando su derecho a seguir.
Esa Constitución de 2010 fue tocada y retocada por las fuerzas conservadoras del país, y finalmente santificada por Leonel Fernández y su ungido del PRD. Ese fue el nombrado gran consenso político.
Cierto, muchos participaron, muchos creyeron; pero el objetivo fundamental de los principales arquitectos del texto constitucional era establecer un orden jurídico y político conservador difícil de modificar; no por respeto a la Constitución, sino para preservar su obra macabra, a través de la cual pensaban gobernar por lo menos hasta el 2044.
La fábrica de presidentes la aportaría el PLD, reducido fundamentalmente a uno que repetiría con la ayuda de un cortejo. El referendo lo incluyeron no para hacer el sistema más democrático, sino para dificultar los cambios de planes.
Los problemas de esa Constitución de 2010 son tales, que el presidente Danilo Medina tuvo que observar el Código Penal para que este país no quedara como uno de los poquísimos en el mundo donde las mujeres tienen que morir porque no hay un aborto legal para salvarles la vida en caso de embarazos riesgosos. Pero ahí siguen los conservadores, amparados en el Artículo 37, remachando su supuesta defensa a la vida en el Tribunal Constitucional.
El castillo de poder gestado a través de la Constitución de 2010 está, sin embargo, tambaleándose. Ahora parece más de arena que de mármol. Las altas cortes están desacreditadas, el PRD pulverizado, Leonel Fernández abatido, el PLD fracturado, Hipólito Mejía derrotado, y la ultra-derecha en rebeldía contra el Gobierno de Danilo Medina.
En medio de este lío se unen sectores de todas las tendencias en defensa de la Constitución de 2010 para que no la modifiquen. ¡Vaya paradoja! Lo lamentable es que al Gobierno sólo le interese modificar la reelección y no todo lo que ahí está mal.
En República Dominicana no hay respeto a la Constitución porque los políticos nunca la han elaborado para bien del país sino para beneficio propio. La Constitución de 2010 no es excepción por más que se cacareara consenso. Fernández tuvo dos períodos consecutivos para armar el espectáculo de reforma.
Las constituciones dominicanas han sido fundamentalmente instrumentos para buscar longevidad en el poder, pero la realidad cambiante de estos tiempos disminuye esas posibilidades.
Veamos el récord reciente: la Constitución de 1994 duró hasta 2002 (ocho años), la de 2002 hasta 2010 (ocho años) y la de 2010 va camino a durar menos de seis años. En todas, el principal objetivo ha sido modificar el sistema de reelección para que el presidente de turno se quede o pueda volver.
La Constitución Dominicana debería reducirse de 277 artículos que tiene actualmente a unos 50 artículos de valor que se cumplan y respeten en muchos años por venir. Tanto palabrerío sólo sirve para encubrir cómo se reparte el moro entre los políticos.

miércoles, 29 de abril de 2015

Segunda Guerra Mundial Hitler y Eva, así fue la boda que hizo estremecerse al nazismo

Segunda Guerra Mundial Hitler y Eva, así fue la boda que hizo estremecerse al nazismo

Día 29/04/2015 - 10.29h

Hace exactamente 70 años que el «Führer» dio el «sí quiero» a la mujer que le acompañó en la última etapa de su vida

Desde Benito Mussolini con Clara Petacci, hasta Iósif Stalin con Nadezhda Alilúyeva. Si algo ha demostrado la historia, es que incluso los líderes más crueles tienen derecho a encontrar el amor. Por ello, y como no podía ser de otra forma, Adolf Hitler no iba a ser una excepción a pesar de estar considerado como uno de los asesinos más crueles conocidos hasta el momento. Su «media naranja» no fue otra que Eva Braun, una mujer controvertida con quien decidió casarse en la madrugada del 29 de abril de 1945 bajo el replicar de las bombas que, de forma metódica, hacían llover los lanzacohetes múltiples «Katyusha» y la artillería de campaña soviética.
El desenlace de los felices esposos, no obstante, fue incluso más trágico que su boda. Y es que, decidida a compartir el destino del «Führer», Braun se suicidó junto a su esposo en una de las estancias del «Führerbunker» (el refugio ubicado tras la Cancillería). Así pues, Adolf Hitler -con 56 años- y Eva Braun -con 33- se marcharon al otro mundo de la misma forma en la que habían vivido sus últimos días en este: unidos. Su muerte, sin embargo, supuso un respiro para los aliados, pues hizo que las desmoralizadas tropas de la «Wehrmacht» y de las «SS» capitularan dando así por finalizada la batalla de Berlín.

Eva, la mujer perfecta para Hitler

Eva Braun vino al mundo el 6 de febrero de 1912 en Múnich (Alemania). Hija de padres católicos, no pasaron muchos años hasta que fue enviada a un colegio de monjas. «Los Braun habían tomado por costumbre enviar a sus hijas al convento para completar allí su educación. En Baviera, ninguna chica se convierte verdaderamente en una dama si antes no pasa por una de esas instituciones especializadas donde las jóvenes aprenden una profesión, además de ciertos convencionalismos sociales», explica el escritor e investigador Nerin E. Gun en su libro «Hitler y Eva Braun, un amor maldito».
Tras abandonar el convento, y con apenas 17 años, esta alemana decidió cambiar drásticamente su porvenir y optó por cursar estudios en mecanografía y, posteriormente, por entrar a trabajar por un sueldo ínfimo en el taller del fotógrafo personal de Hitler. Allí fue donde conoció al futuro «Führer» en 1929, un hombrecillo que –por entonces- empezaba a despuntar pero que todavía no había alcanzado el poder que adquiriría en 1933 (cuando fue nombrado jefe del Gobierno alemán tras las reglamentarias elecciones). Días después, Eva envió una carta a un familiar calificando a ese hombre como un «señor de cierta edad con un gracioso bigotillo». Cupido acababa de clavar su flecha.
Hitler y Eva, así fue la boda que hizo estremecerse al nazismo
Los «tortolitos» comparten una cena. Hitler, con un plato vegetariano (como siempre)
Archivo ABC
Hitler, por su parte, correspondió a los deseos de esta joven 20 años menor que él y ambos empezaron a verse. Así, poco a poco la relación fue cuajando hasta que, antes de comenzar la Segunda Guerra Mundial, ambos formalizaron su amor. Los siguientes años fueron perfectos para la pareja, que vio acompañado su romance de las continuas victorias del ejército nazi sobre sus enemigos en media Europa. El dinero, además, entraba a por doquier, por lo que el «Führer» podía dar todos los caprichos a su novia (entre los que se incluían sus largas estancias en los Alpes Bávaros).
Sin embargo, al igual que sucedería con Mussolini y Stalin, su amor estaba destinado a acabar en tragedia, una tragedia que llegó cuando a los alemanes no les quedó más remedio que huir con el rabo entre las piernas de la U.R.S.S. y empezar a replegarse hasta llegar a la capital del Reich. Finalmente, fue en las dos últimas semanas de abril cuando, rodeados por las tropas soviéticas y bajo el fuego de la artillería, esta pareja selló su amor contrayendo matrimonio entre los muros de hormigón del «Führerbunker» un día antes de suicidarse.

Una boda nada idílica

La boda más famosa del Tercer Reich, un matrimonio que muchos esperaban pero que Hitler no quiso hacer oficial hasta que vio que su hora de morir se acercaba, se sucedió en la medianoche del 28 de abril de 1945. Se decidió que la boda se celebraría en el salón del reuniones del búnker, la misma estancia en la que, día tras día, el «Führer» enviaba a miles de soldados a morir en el frente contra los rusos y desde la que no tenía reparos en fusilar a todo aquel que considerase un traidor de Alemania (independientemente de su edad y sexo).
«Bormann [el secretario personal de Hitler] indicó que cambiara de sitio algunos muebles para hacer sitio. La mesa, donde se extendía habitualmente los mapas de operaciones, se desplazó hasta el centro de la sala. Delante de la misma se dispusieron cuatro sillones: los dos de la primera línea, para Hitler y Eva. Los dos de la segunda, para Goebbels y Bormann, que habían sido designados testigos de la boda», explican Henrik Eberle y Matthias Uhl en su obra «El informe Hitler». Posteriormente, se hizo llamar a un funcionario del Ministerio de Propaganda, al que se fue a recoger en un vehículo blindado, para que oficiase la ceremonia.
Hitler y Eva, así fue la boda que hizo estremecerse al nazismo
Partida de matrimonio de Hitler y Eva
Archivo ABC
Cuando todo estuvo preparado, Hitler y Eva salieron de sus habitaciones cogidos de la mano. Por entonces, poco quedaba ya del glorioso líder nazi que, en otro tiempo, convencía a las masas gracias a su vehemencia. Ahora ya solo era un hombrecillo apático al que le costaba andar. «Su semblante estaba lívido, su mirada erraba de un lugar a otro. Llevaba puesto el traje arrugado con el que se había tumbado en la cama durante el día. Lucía la insignia de oro del Partido, la cruz de hierro de primera clase, y la insignia de los heridos de la Primera Guerra Mundial», añaden los expertos.
Eva Braun no lucía mejor, pues estaba pálida por la falta de sueño y se notaba que había sufrido para poder tapar sus ojeras. Vestía, por su parte, una gorra de piel gris y un traje azul marino. «Una vez en el salón de reuniones, Hitler y Eva Braun saludaron al funcionario que les aguardaba junto a la mesa. A continuación, ambos tomaron asiento en los sillones de primera fila. […] Se cerró la puerta. La ceremonia no duró más de diez minutos», afirman los historiadores en su obra.
De esta forma, se materializó un matrimonio que Hitler había rechazado hasta entonces. «En su condición de “Führer”, había declarado varias veces que él no podía ligarse personalmente a ningún ser humano: la idea estatutaria que tenía su de su función no permitía imágenes de intimidad familiar», explica, en este caso el historiador Joachim Fest en su obra: «El hundimiento».
A pesar de que duró un momento, lo cierto es que este matrimonio a la carrera trajo consigo una curiosa anécdota que se produjo cuando Eva Bran tuvo que firmar la partida de matrimonio. Y es que, en lugar de escribir «Eva Hitler», los nervios hicieron que se equivocase y pusiese «Eva B». Al percatarse del error, tachó aquella B de forma vistosa y garabateó lo siguiente: «Eva Hitler. Nacida como Eva Braun». Un gracioso suceso entre el mar de desesperación que se vivía en aquella estancia en la que, apenas un día después, ambos se suicidarían.